lunes, 5 de febrero de 2007

Pedro, alias Rómulo

"...vos y yo. Vos y yo sabemos lo que sigfnica confiar en el otro. Por eso habría querido tener tu mano, porque sería la única forma de decirte que confío en vos, sería la única forma de saber que confías en mí. Y también de demorarme un rato en confianzas pasadas. ¿Te acordás de aquella noche de marzo, hace cuatro años, en la playita cercana a lo de tus viejos? ¿Te acordás que nos quedamos como dos horas, tendidos en la arena, sin hablar, mirando la vía láctea, como quien mira un techo interior? Recuerdo que de pronto empecé a mover mi mano sobre la arena hacia vos, sin mirarte, y de pronto me encontré con tu mano que venía hacia mí. Y a mitad de camino se encontraron. Fíjate que este es el recuerdo que rememoro más. También tu cuerpo, tu piel, tu boca. ¿Cómo no recordar todo eso? Pero aquella noche en la playa es la imagen que rememoro más. Aurora...
A Andrés decíselo de a poco. No lo hieras brutalmente con la noticia. Eso marca cualquier infancia. Explícaselo de a poco y desde el principio. Sólo cuando estés seguro de que entendió un capítulo, sólo entonces empezale a contar el otro. Tal como hacés cuando le contás cuentos. Paulatinamente, sin herirlo, hacele comprender que esto no fue un estallido emocional, ni una corazonada, ni una bronca repentina, sino una decisión madurada, un proceso. Explícaselo bien, con las palabras tiernas y exactas que constituyen tu mejor estilo. Decile que no tiene por qué aceptarlo todo, pero que tiene la obligación de comprenderlo. Sé que dejarlo ahora sin padre es como una agresión que cometo contra él, o por lo menos así puede llegar a sentirlo, no sé si hoy, pero acaso algún día o algún insomnio. Confío en tu notable poder de persuasión para que lo convenzas de que con mi muerte no lo agredo sino que, a mi modo, trato de salvarlo. Pude haber salvado mi vida si delataba, y no delaté, pero si delataba entonces sí que iba a destruirlo. Hoy a lo mejor se habría puesto contento de que papi volvera a casa, pero nueve o diez años después se estaría dando la cabeza contra las peredes. Decile, cuando pueda entenderlo, que lo quiero enormemente, y que mi único mensaje es que no traicione. ¿Se lo vas a decir? Pero, eso sí, ensáyalo antes varias veces, así no llorás cuando se lo digas. Si llorás pierde fuerza lo que decís. ¿Estás de acuerdo, verdad? Alguna vez vos y yo hablamos de estas cosas, cuando la victoria parecía verosímil y cercana. Ahora sigue parenciendo verosímil, pero se ha alejado. Yo no la veré y es una lástima. Pero vos y Andrés sí la verán, es una suerte. Ahora dame la mano. Chau, Aurora..."

Pedro y el Capitán, de don Mario Benedetti. Cuándo se me logrará verla representada...Salud. Chau.

1 comentario:

Jenny jirones dijo...

Uff.
Gracias por la constancia. Y por la selección.
¿Sabes que tengo otro pasaje-debilidad de Don Mario?
Tiene que ver la lluvia y la tregua.