domingo, 18 de febrero de 2007

Valente, sí, por más que sea ceniza...

"Escribo lo que veo,
aunque podría soñarlo
si no tuviera ojos para ver
y un reino de ceniza al alcance del viento,
si no estuviese en una jaula
aprisionado por mis ojos,
si mi reino no fuera de este mundo,
si no me apalearan
y me dieran también aceite y pan
para tapar los agujeros hondos de la muerte
con dolor compartido.

Si no fuera por eso y no estuvieses
al pie de la escalera todavía,
con la ropa pequeña
llorando por mi madre
ausente y otras cosas.

Si mi cuerpo insepulto no tuviese
tan triste la mirada,
roto el pernil,
encenagado el llanto.

Si estuviéramos solos.
Si la noche
jamás retrocedieses
y el hilo, en fin, de la esperanza roto
nadie pudiera hilarlo.
Si otro niño reciente no llamara
a mi puerta de ahora
con aquellas palabras.

Si mi reino no fuera de este mundo,
si no tuviese ojos
para ver, si no fuese
no mirar imposible..."

Hay versos, poemas, prosas completas que se indigestan y no sólo te traen un voraz insomnio sino una perseverante pesadilla. A mi me sucede a menudo. Y cuando necesito reconciliarme con la literatura y reafirmarme en esta apuesta vital que es la poesía vuelvo, imperiosamente a los griegos. Esta noche, a las 04.27 de la madrugada, bajaba Homero de los altares de mis estanterías. La culpa de Valente, La memoria y los signos. Uale, basia mille!

No hay comentarios: