Te hablaría de la infancia, de la sangre en la rodilla o en la tarde el pan y el chocolate. De la cantidad de veces que mi abuela me limpió el “focicu” delante los vecinos. También te hablaría de cuánta leña piqué o vales de carbón metí en la carbonera, de cuando iba con los Llanucos a caballo hasta Naves o Bendones, de la primera vez que vi matar conejos o gallines, del impacto que me causo aquel cuerpu sin cabeza corriendo por el patio. Te hablaría también del Nalón, cuando bajaba negru como la misma pena, de les inundaciones “metro y mediu” -decía mi guela, ella que siempre se ahogaba en mediu vasu de agua. También de Ramonín “el Tordu”, que una vez me dijo “yes el guah.e más guapu de to Veguín” y en lo alto la frente espete-y un besu; de Tites, que a los 9 años me regaló unos guantes pa que no me mancara apurriendo-y les cajes a Ramonín, eren vinateros (aquí se empieza a entender la mi afición...). Te diría también que en abril y en mayo, cuando llega el sol, la pumará de Batós era un espectáculo enorme que aún guardo entre las venas, en el latir continuo que traigo en el corazón.Te hablaría también de los patinetes que hacíamos con rodamientos de lavadores viejes, cuatro clavos y unos tablones. De la cantidad de cajes de cartón vacíes que-y robamos a Teverga, “el ferreteru”, metíamonos dentro y espantábamos a la gente, no hacía falta más. Te enseñaría la tiza que tengo en les manes de dibujar cascayos o carreteras para las chapas de cocacola, casera, agua de borines...Y también te enseñaría los renegrones y cicatrices que aquellas tardes gloriosas de fútbol me dejaron en el cuerpo. Y también les del alma te enseñaría, aquel 11 de Diciembre del 94 en que sonó el teléfono y me instaló pa siempre en la puta vida.
También te diría, y sin sentir gota de vergüenza, que mi guela veía “amotos” tolos días y mi guelu nun diba pala cama sin escuchar el parte en el “arradio”. Juro que no me avergüenzo. Que siempre lo conté, en casa nunca hubo baño y hasta los trece, y más de una vez por les oreyes, me metieron en el bañal y lavábenme y échabenme nenuco. Que era de noche y debajo la cama siempre tuve bacinilla por si venía el apretón, que dormí con mi guela hasta que la pobre escapóme pa siempre, que aquella respiración siéntola en cada pasu miu, tras la nuca, tras toles preguntes que ahora tengo pa ella.
Podría decirte que hacía de rabiar a mi guelu, que-y quitaba el calláu y cagábase en tolos santos pero luego, cuando diba a da-ylu, “cagon to madre, rapaz” y dábame anisinos y caramelos de cubalibre, que me frotaba el pelo orgullosu del nietu que sacaba dieces y metía goles, del yerno que andaba pol mundo pegándose con la realidad que nos tocó vivir pa mantener a la fía, y a los nietos y a ellos, de un guelu al que-y caia la baba hablando de Vitor, mió Pa, que-y compró en Venezuela un taladru Bosch y un juego broques, y una sierra, y una televisión con radio, y llevolu a Madrid a un mitin del PCE pa que viera que de verdad aquel hijo de puta que tanto dolor nos trajo taba enterráu y bien profundo. Diríate que fui feliz con él, que me aprendió a arreglar pinchazos, a pintar con cal el patio, a cambiar persianes, a arreglar cisternes, a tirar una toma enchufe si hacía falta. Diríate que eso ye, grosso modo, la felicidá.
Y hablaría de mi madre, que se equivoca y diz “sospresa” muchas veces, que no pudo estudiar no por burra, sino porque no había dinero pa los dos hijos y claro, encima de mujer era la pequeña. Y hablaría de mi madre sin cansar nunca, del miedo que tenía de la luna siendo una cría o del miedo que sintió en Venezuela al ver una iguana dentro casa. Y de los ojos guapísimos que tien y que no heredamos nadie, y de lo bien que cocina y de lo bien que educó a los hijos y de que incluso ahora que-y sacamos medio cuerpo yo o cuerpo enteru el mi hermanu, nos planta una ostia y diz “no se te olvide quien ye tu madre”. Ya te digo, hablaría de mi madre y nunca cansaría, nunca. Porque pa ella, por encima de todo, y digo absolutamente todo, toy yo en el mundo.
Y de mi padre no te hablaría nunca, porque no encontré todavía las palabras.
Así que ya ves, diríate eso, que la felicidad ye tener casi 24 años y tener la suerte de haberlo vivido, de acordarme de ello y de ellos y de poder decir que nunca, nunca los traicioné, que nunca nunca los traicionaré porque ellos son yo más que yo y ya dijo Benedetti que vale más traicionar que traicionarse. Y felicidad será esto, hacer cuenta del futuro, pensar que mañana si todo va bien yo tendré un fiu y mi padre, que a los doce años taba en la cantera del Chingao en entrepeñes, podrá darle a los nietos lo mejor del mundo, y no hablo de regalos o dinero o gominoles, hablo de Libia, Argelia, Venezuela, el Sáhara...todo eso que no cabe dentro de los límites del papel de regalo.
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4 comentarios:
Poco puedo decite. Sólo que esta (esta llorera que me he cogido, esti apretar el corazón) te la devuelvo.
Quiérote.
Grande, Vity
Esto sí que ye vértigo... llárimes a pataes m´acabes de sacar, cabronazu.
Un besu
Decir algo, sería copiar al resto de los comentarios. Al día sensiblón que tenía y ahora esto. Muy bueno Viti.
Besinos. Lu.
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