martes, 3 de abril de 2007

Venecia con ella

"También en el poema la luz es importante. Venecia es dos ciudades: la inundada por agua, la invadida por la luz. La Venecia del agua es gris, y triste, y es mentira que huela mal o esté muy sucia, pero se empeña en recordarnos un esplendor caduco, un tiempo pasado que, amén de anterior, haya sido probablemente mejor. En Venecia con lluvia uno se adentra en el principio de unas ruinas, en la magnificencia de unos edificios que serán, casi seguro, casa para líquenes y musgos varios en no muchos años. La Piazza de San Marco con su Palazio Ducale y su Basílica, cuando llueve, se queda sin palomas y lo único que el turista alcanza a asustar es su propia sombra, absorta, en el batir de las góndolas en los pantalanes amarradas.En cambio, la Venecia de la luz es bálsamo y paz, islote de calma y calles que serpentean hacia Rialto, hacia el Puente de los Suspiros. Un vino, una caña, cualquier cosa sabe distinta y mejor con la luz de Venecia. No es para cualquiera Venecia con su luz alta y su atardecer lento frente al Lido; es para quién, allí, sentando y mirando las palomas (que vuelven con la luz) en vuelo rasante rozarte el pelo, piense: qué suerte haber estado, haber grabado no sólo con la cámara que me dejó mi padre estas piedras, estos pasos, estas cuatro horas de deambular cansado y grato por Venecia. Qué suerte asociar para siempre cada tienda, cada escaparate, cada gesto a la palabra y la voz de quién te acompaña: Ana, Isa, Jofé, Vitor, Soraya...y sobre todo ella, que madrugaba a diario para llegar tarde, que buscaba la manera de tenernos ocupados, entretenidos y contentos todos estos días, ella que volvió, por un instante, a sonreir dejando su Luz, ya dije que era importante la luz en el poema, como un fulgor en nuestras noches. Ella que no acaba de entender, por eso llora al despedirse, que uno aprieta el corazón al verla tras de los cristales y le dice “venga, vete” pensando “no te vayas nunca”,que Venecia o Verona no son todos esos nombres que aparecen aquí, sino que son todos esos nombres con ella, y nada más. Y nada menos. Ella que se queda allí con gente sana y amable y generosa ante la que “chapeau” y quitarse el sombrero. Tal y como está el mundo esa es la única pomada que calma la egoísta pena que causa no tenerla, de nuevo, hasta Julio."

3 comentarios:

Jenny jirones dijo...

Pasaba pa decite que tienes un recao nel blog, pero ya has vuelto a hacerlo.
Cada día entiendo más que las cosas que son bonitas, lo son también porque, en cierto sentido, duelen.

Anónimo dijo...

"Venecia es como una señora mayor, muy vieja y muy pintada, casi en ruinas, tratando de alcanzar, sin conseguirlo, un esplendor pasado que sabe, mejor que nadie, que no volverá". Siempre digo eso para que no se me llene de turistas, de fisgones sin tacto que no sabrán tratarla con respeto. Y nunca lo consigo. Tú sabes de lo que hablo.

Anónimo dijo...

:_(