miércoles, 7 de octubre de 2009

Ochobre y vida nueva

Nunca sabe uno muy bien qué o quién empuja la maquinaria de la constancia y la creatividad, si bien es cierto que, cuando se oyen los primeros ruidos en la cabeza, es necesario dejarse ir y que la inspiración, tópico tan manido, te pille trabajando.

Después de tanto tiempo vuelvo, mas no como Ulises: no me espera Penélope, Telémaco no siente la ausencia de su padre. Sin embargo, vuelvo, y sé, sabinianamente, que el alquitrán del camino embriaga más que el suave vino del hogar... Con todo lo que eso conlleva.

Será el otoño o quizás la incertidumbre de una nueva primavera (estación por antonomasia de esta casa) pero se renuevan las ilusiones, se recargan las pilas, dejas que la luz que has robado en estos días invada las estancias, oreas la ropa, abres las ventanas, riegas las plantas, llamas a tu madre, qué tal todo, no creo que apruebe, no me pases con papá, sabiendo que estáis bien, claro que te echo de menos, barceló-naranja, mejor una cerveza...

En fin, que estoy en casa y he dejado las puertas abiertas, como siempre hizo mi abuela. Os espero dentro: tenemos guitarras, algo de comer, buen ron y mejor whisky. Y, sobre todo, amistad para quien quiera y una hoguera de palabras... para cuando llegue el frío. Seguro que hará falta.

Basia magis. Uale!


1 comentario:

jenny jirones dijo...

Anda!
Lázaro resurrecto!!




(sí... me ha alegrado la mañana descubrir tu vuelta a esta casa)